sábado, 11 de marzo de 2017

La primera de muchas


Marzo 2017

Tenía 16 años la primera vez que tuve una crisis depresiva. Cursaba el último año de colegio y las semanas de vacaciones a mitad de año me las pasé encerrada en casa, en mi habitación, luego fingí estar enferma para no ir al colegio la siguiente semana. Estaba harta de engordar, de no sentirme querida, de los problemas con mis padres, de no entender por qué me gustaban las chicas, de ver cómo la chica que yo quería era tratada tan mal por otra persona.

Estaba cansada de vivir.

Mis pensamientos suicidas acompañados de mis cortes en los brazos eran cada vez más frecuentes, me cortaba cuando estaba triste, cuando estaba molesta, cuando comía de más. Luego de llorar a mares, sólo me quedaba dormir.
Sentía que nada estaba bien, me irritaba fácilmente y al siguiente segundo estaba llorando y al siguiente comiendo y al siguiente cortándome por haber comido de más. Era un círculo vicioso del cual no podía salir.

Después de mi fiesta de promoción, a la cual fui obligada a ir, decidí tomar la iniciativa para salir de ese círculo, tomé algunos blíster de pastillas para dormir de los medicamentos de mi abuela y decidí dar el gran paso. Le escribí a una de mis amigas, que tenía la contraseña de mi blog donde contaba mis cosas más personales y le pedí que lo borre cuando todo haya terminado. Ella no entendió.

Lamentablemente, no todo salió como yo esperaba. Incluso después de dos intentos esa noche.


Sigo viva.