Las gotas de
lluvia caían en su cabello, y en el mío. Empaparon mi camisa pero no importaba, no me detuve a pensar, desabroche un botón más de su blusa, guié mi mano por su
cuerpo y lentamente, mis labios besaban su cuello junto con esos movimientos que me estremecían y me hacían
temblar. La noche estaba en silencio, lo único que escuchaba era su agitada respiración
y su aliento calentando mi mejilla, lo único que importaba era ella y yo, moví
los cabellos que me impedían mirarla a los ojos hacia un lado y la bese con pasión
de nuevo, de repente, ella paro y me empujo contra el mueble, había algo
extraño y misterioso en su mirada, quise acercarme y besarla, pero ella no
reaccionaba, estaba perdida en la nada, mirando al vacío, un vacío que se metió
dentro de mí, ella se paró, arreglando su cabello y con la mirada baja, yo la miraba mientras cerraba un botón tras otro, se dirigió hacia la puerta y se esfumo tan rápido, que solo escuche el ruido de la puerta al cerrarse.
Me dejó afuera
con el frio de la noche y con mis lágrimas que se perdían entre las gotas de
lluvia. Ahora la que estaba con la mirada perdida era yo, sentada semi desnuda,
y con el vacío que me iba invadiendo cada minuto que pasaba.