La ví..

Y entonces me contó que todo había cambiado, para bien o para mal, quién sabe?, que en su viaje no se habían comunicado para nada, que ella ni siquiera le envió un mensaje, pero que así sería mejor para quitársela del corazón y la cabeza; mientras el viento se llevaba aquellas hojas del jardín, ella sólo estaba con la mirada baja, escondida tras sus lentes, escondiendo su dolor, porque la joven que ella quería, se había ido y esta vez de verdad.


Le di un abrazo y le sobé los cabellos con mis dedos, tratando de hacer su dolor menos intenso, ella alzó la mirada lentamente y me dijo: -gracias por estar a mi lado siempre.
Yo sólo sonreí y la apreté tanto como si no la hubiera visto en años, como si fuera el último día de estar al lado de mi amiga, como si ya no hubiera un mañana, como si yo compartiera su dolor.


Fue cuando comenzamos a sentir unas gotas, primero suaves y luego un poco mas fuerte, había comenzado a llover, recogimos nuestras mochilas y celulares de jardín y regresamos a donde nos tocaba ir, aula 407, pabellón B cuarto piso, facultad de arte.